Se supone que es para adultos, pero es furor entre chicos y
adolescentes. Cada versión es más violenta: la última facturó mil millones de
dólares en tres días. El jugador hace de delincuente que mata policías,
atropella peatones, trafica personas, viola mujeres, tortura enemigos. Algunos
padres los prohíben, otros no. La opinión de expertos.
Por Sonia Santoro
Por más que este en contra del juego, siendo aún un adolescente que ciertas veces lo jugué, y hasta me entretuvo, tengo que argumentar que, quizá, aunque parezca raro, esto pueda ser un incentivo para la sociedad. Es decir, después de tener semejante problema, y ya habiendo conocido qué es lo que atrae a los niños, y que es lo que los inculca hoy en día, la sociedad como una puede tomar medidas, como incrementar la educación de la ética, tanto en los colegios como en las casas. También, puede ser un incentivo, para que como dice en la nota, la gente tome conciencia y desarrolle más este campo de educación a los más pequeños a través de juegos interactivos, porque a mi parecer, al niño lo que más le atrae del juego es el sentimiento de ser libre como pocas veces somos bajo este régimen escolar. Para sustituirlo, cualquiera podría desarrollar un juego donde el personaje sea libre, que pueda hacer cosas por ahí sin sentido, pero con otro punto de vista diferente.
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